Gracias a todos por vuestra mirada.

lunes, 7 de marzo de 2016

Oquedad

Y una cree haberse acostumbrado al silencio
donde sólo escuchas la voz
de tus propias preguntas y tus propias respuestas.
Nunca fui amiga de pedir consejo
ni gusto de dar ninguno a menos que me insistan.
De nada sirve la experiencia de otros
—a veces ni siquiera la de una misma—.
Una acaba en su concha hecha de trozos
de mar y de cielo,
y no existe otro lenguaje que el eco repetido
en la oquedad inmensa.
Y una entiende que el vacío es la ausencia
de abrazos y caricias
de las que reconfortan el alma y el cuerpo.

3 comentarios:

flaca dijo...

Querida, SIEMPRE TE TENGO PRESENTE. Va mi abrazo transoceánico.

José Manuel dijo...

El silencio y la ausencia son dos partes de una misma situación...todo está en no obsesionarse demasiado y saber vivir con éllo.
Me gustó el enfoque de tus palabras.

Feliz día
Un abrazo

SALETA dijo...

No es un consejo, es un hablar en voz alta, compartir reflexiones con una amiga, palabras, ruidos en el aire, míralo así.

Hasta que no estemos superhartos de nuestro sueño/pesadilla, no se nos enseñará otra cosa...

Todo el mundo tiene un umbral del dolor, y cuando se cruza ese umbral reconocemos que esto ya no nos compensa, ya no nos sale rentable: no funciona. En las experiencias mundanas, los altos son magníficos, pero los bajos son horribles. Llega un momento que ya nos cansa tanto altibajo... Empezamos a darnos cuenta de que no podemos tener los altos sin los bajos. Y tenemos que reconocer que, en nuestra vida, algo no funciona.

Tal vez, algo, que por eso nos lleva al borde del acantilado. Entonces, hartos de sufrir, llegamos a un punto en que, reflexionando, nos atrevemos a romper los moldes conocidos: "Tiene que haber otro juego. Tiene que haber otro grupo de actores. Tiene que haber otro autor, otro dramaturgo... porque esto no funciona, es demasiado doloroso..."

Y nos volvemos hacia dentro.
En ese giro, se nos enseñará otra cosa.

Besos, amiga.