“Y estoy seguro que habrá de amanecer”
(Jaime Sabines)
Me dejé
curar las heridas
y lamer la
sangre que todavía me brotaba.
Es tan
hermosa la caricia
envolviendo
la piel olvidada
tan hermoso
el beso
acallando
los miedos
en el borde
mismo de los labios,
tan hermoso
no tener que pensar en el amor
ni en las
deudas contraídas en su nombre
ni en
palabras que tengan que explicar
lo
inexplicable;
ser tan solo
nosotros mismos
—los únicos
posibles—,
y beber el
elixir de las estrellas,
así, a
moro, y con el corazón en su sitio,
—hasta que
amanezca—.
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