“Pido perdón, yo sé que esto no vende,
que es preciso soñar, seguir soñando
con la felicidad…”
(“Y, encima, llueve” –Ana Montojo-)
Cierto. La realidad no vende. A ver quién es el valiente que
se atreve a comprar un sapo con la promesa de convertirse en príncipe, o un guisante con aspiraciones a princesa del
cuento.
A ver quién es el
guapo o la guapa, que compra los desvelos a precio de ganga, sabiendo que
mañana serán noches eternas de insomnio, donde no hay espacio para ningún
sueño.
Y es que después de
haber vivido, los días son tan sólo,
fechas de aniversario que conmemoran todo el dolor que se arrastra, con el
corazón despellejado por recuerdos que duelen como el primer día al
recordarlos.
Y es que después de haber vivido lo suficiente, una comprende
que el horizonte, es esa línea a la que sólo se llega después de haberse
muerto.