Gracias a todos por vuestra mirada.

sábado, 17 de diciembre de 2011

    
No es exactamente un cuento de Navidad, pero es el único cuento que he sido capaz de escribir para felicitaros las fiestas. Ya sé que algunos las odian, y otros las adoran. Yo las adoro a pesar de los pesares. Tienen algo de olor a galletas recién hechas por las manos de tu madre, algo de pandereta sin música, de villancico heredado, de joya de la corona, de luces para iluminar el camino que deberíamos seguir, aunque cuando acaben, cada uno seguirá su camino. Pero el cuento no era éste. Aquí os dejo mi cuento. ¡ F E L I Z  N A V I D A D !
Canta el gorrión tras los barrotes de una jaula, donde un canario canta sin cesar el himno de su casta. Come el gorrión que ve comer el alpiste de un comedero, y beber el agua de un bebedero, mientras él pica de flor en flor las migas que el aire va dejando, mientras bebe el agua del manantial que corre calle abajo. Cuelga el gorrión de una rama mecida por el viento, mientras se columpia el canario de un columpio colgado de una ventana. Vuela el canario con su piel de terciopelo sin poder abrir sus alas, revoloteando bajo un cielo de plomo. Vuela el gorrión hasta con sus alas rotas, sabiendo que pueden acabar desvencijadas con tan solo cruzarse en su vuelo con un tiro desatinado, con el tirachinas de un niño, con las uñas de un gato sin escrúpulos. Y sin embargo se me antoja que preferiría ser gorrión en el mundo de los pájaros.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Mudo silencio

Hace tanto tiempo que habito el silencio. Ya no me salen las palabras por la boca. Saben que si abandonan su sigilo, quedarán a merced del viento y el viento se hará su dueño. Saben que nadie les dará ya cobijo, porque el silencio les ha robado su acento, el contorno íntimo de sus símbolos, la vibración de sus sustantivos, de sus adjetivos, de sus verbos…Saben que decir “tristeza” es sólo cuestión de fonética, como lo es decir “cazuela” o decir “botella”. El silencio también les arrebató el sonido a sus colores. El “amanecer” ya no es esa luz anaranjada que alumbra la noche. Ahora todo es noche cerrada en este mudo silencio.

sábado, 12 de noviembre de 2011

No tiene

Siempre pongo título a mis poema. Nunca números ni fechas. Sólo un título. Pero éste no tiene. Creo que nació de los ojos.



A veces alguien se empeña
en mantener tus ojos abiertos.

Alguien los abre con su silencio,
y en él puedes ver
todas las palabras
que nunca se dijeron.

A veces alguien se empeña
en abrirte los párpados
y mantenerlos sujetos
con dos pinzas pinzando las pestañas,
y te obligan a mirar
lo que escapa a un parpadeo.

A veces te los operan sin anestesia
con un bisturí muy preciso
para que nunca más 
puedas refugiarte en su miopía.

Y sobrios de realidad
los ahogo en una copa de vino.

martes, 1 de noviembre de 2011

Logaritmos

No volveré a calcular
el amor en logaritmos.
Me llega con la aritmética básica
contenida en el espacio
de dos cuerpos abrazados.

Lo contaré por el número
de besos que pones en mi piel
por el número de caricias
que se desprenden de tus manos.

Calcularé su peso
por los susurros desprendidos de tu boca
y las palabras susurradas a mi oído.

Lo miraré desnuda de recuerdos
con la ropa colgada de una silla
y copiaré cien veces “no volveré…”

miércoles, 12 de octubre de 2011

El espejo.

Contemplo tu mirada indescifrable,
tu sonrisa quieta conteniendo
el aliento de una noche,
de muchas noches.

Contemplo esas leves señales
-todavía-,
que el tiempo ha sellado
en la comisura de tus labios
en el contorno de tus ojos aceituna.

Te contemplo con el mismo descaro
que tú me contemplas,
hasta dilatarse nuestras pupilas
hasta confundirse nuestras proyecciones.

Te venzo en ese reto inexpugnable
-si eso es posible-.
No eres mas que la recolección
de la siembra de un pasado.
bueno, de todos los pasados,
pero yo soy el futuro.

Te hago un guiño
-como para reconciliarnos-
y me devuelves una réplica exacta
como si supieras de antemano
que has perdido la batalla.

Mañana -como cada mañana -,
volveré a suplicarte
que no me claves tu mirada
llena de recelo y desconfianza.

El vapor de agua lo empaña todo.
Te doy la espalda.
y comenzamos a caminar
en dirección contraria.

domingo, 2 de octubre de 2011

Crisálida

 No hay modo. No se me curte la piel. Sangra y se regenera para volver a sangrar. Ni costra ni cicatrices que indiquen que su blancura se tiñó de rojo. Inocente, incauta o necia, vuelve al combate dispuesta a no dejarse vencer por palabras encubiertas ni  miradas impostoras ni trucos de ilusionistas ni certezas inciertas. Y vuelven las entrañas a sangrar la sangre roja que sale por los poros, y vuelve la piel a su blancura y vuelve la fe a su combate para no rendirse a los pies de todas sus derrotas. Y sin embargo juraría que hoy mi sangre es menos roja, como si las penas la hubieran desteñido a su pesar, y la hubieran licuado hasta cristalizarla en una crisálida.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Lema

"La vida es eso que ocurre mientras hacemos planes"
                                     (John Lennon)


Mi lema son cinco minutos de futuro tirando por lo alto.
Puede fulminarme un rayo –se está poniendo gris el cielo-
o puede que me de un infarto –motivos tengo-.
Bastan cinco minutos, ¡qué digo!,
basta un chasquido de dedos, un simple parpadeo,
para derribar la frontera o postergarla cinco minutos de tiempo.

Es por eso que no quiero dejar para mañana –por si las moscas atacan-
de poner el reloj en hora y contar el tiempo del diez al cero.
Porque basta un chasquido de dedos, un simple parpadeo,
para que pasado y futuro se encuentren cara a cara y se batan a duelo.
Nunca me gustó tener deudas y mucho menos de conciencia.
Si he de morir ahora, que sea, pero que sea en paz con la vida honesta.
Si alguien tiene algo que decir, que lo diga ahora
que la muerte no admite cambios ni pacta con el tiempo.

viernes, 19 de agosto de 2011

Interrogantes

Sin macerar...


¿Cuánta paz cabe en un puño cerrado? ¿Cuánta venganza?

¿Cuánto dolor en un lamento? ¿Cuánto gozo?

¿Cuánta tristeza en unos ojos desdentados? ¿Cuánta dicha?

¿Cuánto alquitrán en unos pulmones contaminados por la pena?

¿Cuánto miedo en esa espalda que se encorva? ¿Cuánto orgullo?

¿Cuánto de valiente en un pecho al descubierto –la piel al descubierto también?

¿Cuánta verdad en una boca? ¿Cuánta mentira?

¿Cuánta felicidad en una casa de muñecas?

¿Cuánto perdón en un corazón? ¿Cuánta inclemencia?

¿Cuántas lágrimas en un pozo vacío?

¿Cuántas caricias en una piel desierta?

¿Cuántas palabras en una despedida?

¿Cuánta espera entre una herida y otra?

¿Cuánto amor cabe en un beso?

¿Cuántos besos en los labios del destierro?

¿Cuántos destierros en una vida?

¿Cuánta ilusión al nacer el día?

¿Cuántas preguntas en un poema?

………………………………………………………

martes, 9 de agosto de 2011

Estambul

No creí que fuera posible. No lo creí. No lo creí cuando la luna llena se llenó de nada, y la luna nueva se llenó de sombras. No lo creí cuando el silencio se convirtió en un estruendo en mi cerebro, y las voces de afuera en ecos del pasado retumbando en el mañana. No lo creí cuando mis ojos se apagaron, ni cuando mi piel comenzó a temblar de miedo. Ni cuando los días se convirtieron en años. Ni aún cuando me lo dijeron los mismos que sufrieron el mismo dolor del mismo lado. No lo creí cuando esbozaba una sonrisa y me dolía el músculo del alma. Ni siquiera lo creí cuando se acabaron todas mis lágrimas. Y luego nada. Una nube envolviendo los días venideros, una tela de araña tejiendo recuerdos, una lluvia fina calando los huesos, deshaciéndolos por dentro. Y allá a lo lejos, como en el poema del Gran Capitán, allá a los lejos “Estambul”, y una luz de esperanza intentando atravesar las nubes, las telas de araña, la lluvia, la nada.

martes, 26 de julio de 2011

Del revés.

Hoy se han vuelto del revés mis ojos  y se han empeñado en mirar hacia dentro, y no tengo modo de cubrir mi corazón ni mi hígado ni mi estómago, con al menos una de esas sábanas tan socorridas con las que una se cubre el cuerpo al amanecer. Creo que culpan a todas las sombras de sus goteras interminables, y del miedo que tuvieron a que se desbordaran de sus límites verdes. Pero de eso hace tiempo, ¡hay que ver qué rencorosos se han vuelto mis ojos! Ni siquiera tienen en cuenta que no tengo asegurados los órganos, y como se empeñen, seguro que me hacen pagar por cada lágrima vertida en estas últimas estaciones de huracanes y lluvias. Mas les valdría mirar hacia delante y dejar ya de reclamar a los que a fin de cuentas, también han pagado como ellos, todos los impuestos y todas las tasas por estar vivos. Parecen no darse cuenta que viajan en el mismo barco, y las peleas a bordo corren el riesgo de que alguien salga mal herido. ¡Quién sabe!, quizá el corazón se pare, o deje de funcionar el hígado, o la bilis inunde el estómago. Total, por unas lágrimas que nunca llegaron al río. Eso, sin tener en cuenta que ya están secos del todo, y siguen siendo verdes, un poco más descoloridos, vale, pero aún así conservan la gracia divina de poder seguir viendo cómo caen las hojas en otoño, cómo saltan las ardillas por el parque, cómo miran otros ojos…Espero que se vuelvan razonables y dejen que el corazón siga latiendo, y el hígado cumpliendo sus funciones, y el estómago digiriendo sus bilis, que lo que ellos parecen no saber, es que hay órganos vitales, y sin ellos, su color verde se apagaría para siempre.

viernes, 24 de junio de 2011

Al Olvido...

Se encomendó al olvido como quien encomienda su vida a Dios. Le confió sus noches en blanco  y sus sombras en negro. Se resignó a su viento furioso como se resignan las hojas de otoño a ser arrancadas de su tronco. Le permitió habitar su desolación tantos años habitada por el dolor del recuerdo. Le entregó su cuerpo para ser redimido de tantas caricias postergadas, de tantas nostalgias sinsentido,  de tanta añoranza por lo que fue, por lo que pudo haber sido.  Le autorizó penetrar en lo más recóndito de su alma a cambio de conceder un poco de sosiego a tanta desesperanza. Puso en sus manos su memoria insumisa para que hiciera con ella lo que le viniera en gana. Tirarla al fondo del océano, diseminar sus lágrimas, tenderla al sol de un desierto perdido, ahogarla en un pozo sin fondo, diseminarla por el aire, fundirla en el fuego. Le otorgó todos los derechos de autor a fondo perdido. Ahora se pregunta qué fue aquello que con tanto ahínco necesitó olvidar y no logra sino ver sombras prisioneras de su olvido.

viernes, 10 de junio de 2011

Inocencia

He perdido el rastro de mi inocencia. Ese halo candoroso que envolvía mi entusiasmo y me empujaba siempre un paso más allá de lo prohibido. Pasos inocentes que sin saberlo conducen al escepticismo, cuando no a la incredulidad de que existan otros mundos exentos de malicia. Hombres vestidos de blanco para disfrazar el negro de sus actos. Mundos oscuros, sórdidos de carne y hueso. Marrulleros con alma de tramposos. Asesinos de sueños. He perdido su rastro chocando mi alegría con copas de soberbia. Brindando por la amistad con amigos que no lo eran, puesta siempre la inocencia en la fe ciega del futuro. He perdido su dulce olor natural tras aromas elaborados con cuerpos perfectos, con playas salvajes que se extinguen, con mares transparentes mientras agonizan sus peces. Confieso que la he perdido mucho después de los quince. Ojalá fuera tan fácil reponer la inocencia como se repone un himen.

sábado, 9 de abril de 2011

No quiero

No quiero vivir de las flores marchitas del recuerdo. No quiero más besos prestados en la soledad de la noche para redimir la soledad de las mañanas. No quiero caricias que no lleven mi nombre escrito en la yema de tus dedos, ni palabras de consuelo, ni llamadas programadas, ni vivir sin un “te quiero”. No quiero chocar con tu mirada extraviada, ni el esfuerzo de tus brazos en un abrazo. No quiero ser la duda instalada en tu memoria, ni ser la víctima ni el verdugo de tus sueños. No quiero ser la novia sin fecha de aniversario, ni la mujer que subyugue tus alas al cemento. No quiero ser una línea paralela que no se cruce en tu camino. No, no quiero.

jueves, 7 de abril de 2011

Atrapador de corazones

Hasta hoy no he reunido fuerzas.
¡Va por ti compañero!


Querido Zuñi:

Todavía me cuesta pensar que mañana no veremos tus ojos adentrarse por la sala Libertad y llenarla de música y poesía. Mientras tú presentabas tu último libro “Ya veo la bala en mi cabeza”, yo escuchaba “Besos y gatos”, y leía en Granada ese “Casisoneto casialegre” capaz de contagiar tu entusiasmo por la vida contra viento y marea, y sentirme así un poco más cerca. Nunca he sabido decir adiós a los amigos, quizá porque los amigos habitan por siempre en el corazón y no se van nunca. Estaba escribiéndote este poema cuando sonó el teléfono. No lo revisé. A mano, en un papel, lo garabateé y se lo di a Lidón para que lo guardara por ti. Seguiré descubriendo en tus versos al gran poeta, pero sobre todo, a la gran persona que vive en ellos y que no morirá nunca. Hasta siempre amigo.

Atrapador de corazones

Nada escapa a su mirada inquieta.

Sus ojos negros y profundos guardan la sorpresa


del niño que mira su mano por vez primera.




Tiene la mirada de los grandes poetas


sobrevolando sobre sus lentes


el espacio que separa el cielo de la tierra.




Sus poemas tienen voz de hombre


y cuando canta,


acuna las penas,


despierta corazones,


muerde conciencias.




Parece que juega con sus ojos


a mirarlo todo,


a desentrañarlo todo,


a atraparlo todo…


Y te atrapa. Te atrapa por siempre.






domingo, 20 de marzo de 2011

Sincronizados.

Sincronizados, alternamos la mirada en el espejo.
Mientras tú te afeitas,
yo trato de poner color a mis mejillas.


Ya no busco en tus palabras
el verbo y el sustantivo
que sustenten mi esperanza.
Ya no tengo.


No busco tampoco el beso
que se escape de la almohada
para acunar mis desvelos
-me he rendido al poder de los hipnóticos-.


Ya no salgo a estrechar el abrazo
de nuestras sonrisas
en la hora punta del encuentro.
Los dos llegamos tarde
a nuestra cita con el destino
que diseñaron nuestros sueños.



domingo, 6 de marzo de 2011

Libélula

Un día el presente será futuro, será pasado.


Quiero escribir desde ayer, o tal vez desde anteayer, o desde mañana, o desde pasado. Qué más da. Escribo desde el aire, desde el pensamiento inquieto como la mosca que no encuentra dónde acomodarse, como la libélula incapaz de plegar sus alas sobre su abdómen . Siempre buscando algo nuevo en lo que embarcarme, donde sentir la vida meciéndose, donde la realidad y los sueños coincidan, y por fin se encuentren. Escribo desde mis dedos ágiles. Todavía. Con la yema de esos dedos latiendo. Todavía. Escribo sin papel y sin lápiz. Hace tiempo que me acostumbré a escribir en una pantalla tan virgen como el papel. Escribo desde el ayer hasta el mañana. Invento. Porque nada es hoy lo que fue ayer, como el mañana no será como el mañana que inventé ayer.



domingo, 27 de febrero de 2011

Luna nueva

Una noche más de luna llena vacía, donde espero que los lobos se conviertan en hombres y los sapos vuelvan a sus charcas sin disfraces. Donde el lodo sea camino de asfalto para poder andar los caminos. Donde el silencio de ciudades fantasmas se llenen de risas, de niños.

Una noche más donde espero que la conciencia se convierta en ciencia, las pistolas en letras, los puños en caricias, el poder del dinero en el poder de las almas heridas, que reclaman al unísono su lugar en el mundo. Las fronteras en líneas invisibles e indivisibles.

Una noche en el que la luna reúna bajo el mismo cielo, a todos cuantos hablan la misma lengua de un corazón herido, y al grito de “Basta ya” consigan que la luna llena deje de vaciar sobre sus cabezas, las miserias de esos otros corazones de piedra, bañados en tuberías de oro que dejan sus bocas secas y sus cuerpos acartonados comidos por las moscas.

¡Qué bonita sería entonces la luna!

viernes, 18 de febrero de 2011

Siete vidas tiene un gato.

Queridos amigos:

Aquí os dejo este cuento.

Érase que se era...

Hace tiempo que os extraño casi tanto como me extraño a mi misma. Es por ello que comparto este cuento recién nacido.

Un beso a todos.

Sabía que iluminaría sus noches oscuras y sus noches en blanco. Sabía que amaría cada parte de su cuerpo trozo a trozo. Que convertiría la piel que la cubría en la piel que la desnudaba. Amaría cada paso que diera porque todos, por siempre, le habían conducido hasta Él. Y que Él sabía que Ella le amaría con sus manos, con sus ojos, con sus piernas, con sus pasos, como siempre le había amado.

Sabía que si el tiempo se hubiera detenido aquella noche de marzo, seguirían siendo Él y Ella como siempre habían sido. Pero el tiempo no se detuvo. No tuvo misericordia de dos corazones heridos, ni les dio tregua. Cada día amanecía a la misma hora, y el día seguía durando veinticuatro horas. Restaba las del sueño que no dormía y pedía cada noche que no amaneciera. Pero volvía a amanecer a la misma impúdica hora, sin haberles tendido su mano.

Y del pasado pasaron a un futuro sin presente, sin una sola esperanza ya, porque como a los gatos, les quedaba ya una sola vida.

Y así amanecieron a un futuro donde les bastaban unas pocas horas para ser felices con un beso de “buenas noches amor”, de “pásalo bien mañana”.

Y al salir una mañana por la puerta, se vieron viviendo la última vida que les quedaba mirándose a los ojos en un café de Madrid cualquiera, contándose, mirándose, contándonse…, como dos amigos que se encuentran y se ponen al día para no olvidar que son amigos. Y nada más. Y volvían al ajetreo de su séptima vida soñando que eran felices las horas que no vivían en un café de Madrid cualquiera.

sábado, 12 de febrero de 2011

Contracaminante


Desde aquí quiero felicitar a mi amigo y mi guía en el mundo de la poesía, Jesús Arroyo, por la primera edición de su libro “Contracaminante”. Es un verdadero deleite adentrarse en sus versos y poder descubrir “qué sentiría la noche si no se hiciera día y en la madrugada no existiera remolino de colores. Descubrir cómo se escancia la sidra, cómo se secan las sábanas al sol mientras esperan las manos quietas bajo los mandiles. Cómo se mata al tiempo que nos mata con su tozudez intransigente de resucitar mañana. Cómo los versos acompañan a esta soledad de los poetas, madre de las letras compasivas.”

¡FELICIDADES COMPAÑERO!

Todavía estoy disfrutando del olor a letra recién impresa…

viernes, 28 de enero de 2011

La piel de la serpiente

Quisiera poder mudar la piel inerte de una pieza

como la mudan las serpientes,

como se olvida un guante

en una sala de espera.



Mudarla como se mudan los recuerdos

tumbada en el diván de una consulta.

Dejar que se seque al sol, o se pudra.

Y volver a lucir una piel brillante, suave, húmeda…

domingo, 9 de enero de 2011

Del invierno...


El invierno fue largo y frío. La primavera no se atrevía a irrumpir en mitad de esa nieve que lo cubría todo. Desde las copas más altas de los cipreses hasta las frondosas praderas a ras de suelo. Todas blancas, inmaculadas. Nada ni nadie parecía tener el valor de romper el hielo gélido de un invierno que se apoderó de los meses otoñales arrancando sus hojas a cuajo sin darles tiempo a despedirse de sus ramas. Y ahora amenazaba a cualquier soplido cálido que se atreviera siquiera a respirar. Como los lobos cuidan de sus lobeznos, el invierno cuidaba del letargo de sus osos en sus guaridas ante cualquiera que desafiara despertarlos. Pero la naturaleza se abre camino y la nieve se disuelve devolviendo el agua a sus ríos. Del blanco nacen raíces insurgentes que se sublevan al monolítico de sus inmaculadas praderas. Los árboles vuelven a poblar los bosques de verdes. Los osos despiertan de su letargo. Lenta, perezosamente. Y para cuando asoman su hocico por la boca de la cueva, casi pueden ya sentir el fin de otro otoño dando paso a ese invierno frío y largo que se va apoderando del tiempo. Y no es una estampa navideña con una casita al fondo con fuego en la chimenea y luces de colores. Es un paisaje blanco donde no se distingue el agua de la tierra, ni el norte del sur, ni la derecha de la izquierda. Todos los árboles son blancos, iguales, sin frutos y sin pájaros. Hasta la arena del mar se cubrió de nieve. Quizá por eso me gusta mirar el mar. Allí la vida sigue siendo de color a pesar del invierno.